Me encanta esta frase que abre la película “Bella”, y de la que me he acordado mucho estos últimos días.
¿Por qué me he acordado? Pues porque últimamente he estado haciendo muchos planes, que yo pensaba que eran una auténtica caña, para mí y para mi familia, y ahora tengo la sensación que alguien allí arriba ha estado riéndose durante este tiempo. Pero no es una risa de burla, no es una risa irónica, es una risa de un padre que observa con amor a su hijo, viendo sus buenas intenciones y sus esfuerzos sabiendo que le tiene preparadas miles de sorpresas que él ni tan siquiera puede imaginar.
Y Dios nos ha sorprendido. Me gusta pensar que Dios se ríe, porque me gusta pensar que es un padre cariñoso y que disfruta viendo cómo los suyos avanzan por el mundo, viendo cómo viven. Me gusta pensar que Dios se ríe, porque no me gusta la figura del padre serio que sólo adoctrina y riñe a su hijo con el único fin de que haga bien las cosas y sin que le importen nada sus sentimientos. El hijo necesita jugar con su padre y ver que su padre se ríe, que es feliz junto a él.
Dios es así, por eso se ríe conmigo y me sorprende muy a menudo con regalos impresionantes, porque mis planes no son sus planes, es más, están tan alejados unos de otros como el cielo de la tierra, pero su amor es infinito y los trasciende. Sus regalos son como esta imagen, preciosos a primera vista, pero si miras un poco más atentamente, todavía son más bonitos.
Porque como ya hemos dicho otras veces en este blog, la vida es maravillosa, y por suerte estamos aprendiendo cada día a valorarla y a ver más allá, incluso cuando lo que nos acontece es bonito, si lo aceptamos como un regalo del Padre, lo es muchísimo más.
¿Has podido ver en la imagen este regalo?
Simplemente quería compartirlo con vosotros.
Un saludo
Juntos por la vida 